sábado, 31 de mayo de 2008

Una mujer no baja la mirada y la libertad

    La TRISTEZA ha llegado en lunes con los ojos claros, llorando se ha quedado sola, suspendida, sin aliento: una expectativa se confunde con el amor cuando allí sólo está ella y, al alba, prodiga el silencio.

    Una REDIVIVA mordaz, en viernes, me ocupa involuntariamente la memoria enérgica, ahora, esta vez, ella conservó las armas testigo del respeto que lució preso en las celdas de donde quiera que fuera; y fuera que una mujer muriendo sujeta la luz apresada: no hay expectativa más cierta ni más verdad que sentir por amor y mantener el horror escondido, sin bajar la mirada ni dejarse caer, para lucir una verdad que faltaba a la libertad: hay que rescatar la historia.

    Una flor hermosa luce hermosa junto a otra flor como un árbol hermoso luce hermoso junto a otro árbol, AHORA.

    Les velamos en el bosque escogido de nuestra memoria.

lunes, 26 de mayo de 2008

Uno de esos días

Hoy es uno de esos días.
Ella no quería dejar que le tocase su estuche; y él, sólo quería su estuche su estuche su estuche. Pero ella no le dejaba tocar su estuche ni quería, tampoco, que él le tocase su cuaderno de pintar porque él tiene otro; pero el quería el estuche porque es pequeño y las pinturas que le regalaron las ha desaparecido como desaparecen los niños pequeños las cosas -sin intención y sin maldad- y ella dice que no le deja su estuche porque ES MÍO Y NO QUIERO QUE LO TOQUE... y al momento entre llantos él ha cogido la flor que ella encontró anoche que le regaló a su papá y se lo ha dicho atizándole con el cuaderno de colorear en la cabeza Y ESA FLOR LA ENCONTRÉ YO Y ES DE CARLOS QUE ES MI PAPÁ; y él se ha roto en un llanto desconsolado mientras ella tenía media sonrisa hasta que su mamá ha bajado y le ha dicho a él que se van juntos a vivir a otra casa LA MAMÁ y ÉL y que va a comprarle nuevas cosas porque a él nadie le deja tocar nada. NO MAMI POR FAVOR, que se quede que se quede. Aquí las cosas las compartimos todos, no podemos vivir de otra manera, si has dejado de utilizar una cosa, esa cosa puede cogerla cualquiera -ha dicho mami. Él ha cogido la pintura verde del interior del estuche y todos juntos: PAPÁ MAMÁ Y LOS DOS HIJOS han salido juntos al parque de atrás para buscar otra flor de lavanda. Cuando han regresado él había desaparecido la pintura, pero no pasa nada porque es un niño muy pequeño.

domingo, 25 de mayo de 2008

Amar y odiar

Somos otros desde que he conseguido ver el mundo y verte a ti; desde que he conseguido dejar de ver el mundo a través de ti. Tú y tus licencias con el amor y el odio, con tus recuerdos entretejidos involuntariamente -dijiste, por ejemplo, mi padre cogió un arma y mató a un hombre el día de navidad delante de toda su familia- engendrasteis en mí el miedo: Yo he sentido miedo y he sentido la pena. Con el tiempo comprendí tu vida como una batalla desesperada hacia la paz. Todos te hemos pertenecido y, yo, he intentado corresponderte con mi silencio, con mis miradas. Pero eso no bastó para la vida, comprender al padre, para que el padre sienta la paz a su manera, no me ha servido para la vida porque tuve que aprender cómo era la sonrisa que esperabas ese día, cómo era el silencio o la voz que esperabas ese día. Tuve que dejar de mirarte para poder ver. Entonces me descubrí en el mundo, intacta, sorprendida porque yo no engendraba la pena ni la ira ni la alegría injustificada y repentina. Yo soy otra y hoy he ido a visitarte y te he dado un beso significante por que tú eres el padre; y no tiene nada que ver ir a visitarte con hacer esfuerzos para conservar tu amor. Ya te quiero porque ya he dejado de sentir tu miedo.

La chica de la flecha

Me he encontrado de pronto acompañada por alguien cuyo rostro no he podido ver, pero cuya presencia he sentido como alguien familiar. Ambos estamos dentro, en la casa ajena, sus habitantes duermen y atravesamos la casa sorprendidos. Es una casa sin pasillo, entras en una habitación que necesariamente lleva a otra habitación; para entrar en la habitación hemos tenido que pasar por el interior de la habitación de los padres, que duermen profuntamente, pero que nuestra presencia puede despertar. Más allá está la habitación de la chica, que desemboca en dos habitaciones más que están vacías. Hemos decidido salir hacia el jardín, por esa puerta se accede a la parte reseca y descuidada del jardín; la ventana de la habitación de la chica está protegida por una reja oxidada y la tela mosquitera está hecha jirones. Hemos entrado de nuevo, su padre en camiseta y calzoncillos mira hacia el interior de la habitación de la chica. Está allí. No nos espera, pero le tranquilizo diciéndole que soy yo; que era necesario atravesar la casa que solamente estoy curioseando y que no molestaré más, que me marcho. Me mira desde detrás de sus gafas casi invisibles, de tan discretas, y asiente con la cabeza. Poco después todos están despiertos y se muestran hospitalarios.

sábado, 24 de mayo de 2008

Pompas de jabón

Abandonó la cama a medianoche para preparar su bolsa. La localizó en un rincón del altillo del armario. La sacudió. Pensó en el silencio y la oscuridad, sólo rota por algunas estrellas en el cielo de aquella montaña: se imaginó la calma. Salir para estar mejor. Limpió sus cámaras, las colocó de nuevo en su enorme mochila de explorador duchado con buena presencia, y regresó a la cama. Imposible dormir con tanto ruido, a pesar en encontrarse en un sitio tan cerrado, casi claustrofóbico. Las voces llegaban desde el patio de luces a través de la única ventana al exterior que tenía la minúscula vivienda a la que había ido a parar, sin embargo, huyendo del ruido y del frío y de la oscuridad de su antigua vivienda. Quería alcanzar la cima y contemplar el cielo plagado de estrellas en absoluto silencio y poseer la calma. Pero ¿qué es alcanzar la cima cuando la noche es cerrada, absolutamente oscura, por que no hay luz que dé forma a las gotas de lluvia? ¡Qué fastidio! Truenos y relámpagos y nubarrones cada vez más oscuros y ni rastro de la luna ni las estrellas ni de la sensación de estar en la cima. Las cámaras a salvo en la mochila que resguardó en el maletero del coche. Él, agotado, sin jabón para seguir imaginando lo que no era.

viernes, 23 de mayo de 2008

Emociones

Cuando compartes la casa, como lugar de la intimidad y espacio insustituible y único, con once gatos, una perra, dos hijos y una persona adulta, sucede que en el espacio se posan pelos y que repentinamente algo salta de la estantería a la mesa; que de pronto el roce de una espiración te moja la mano o te mancha el pantalón blanco -recién puesto-; o la mayor retoca su obra en las paredes con ceras manley para mostrarle el camino al pequeño y le dice "ESO NO SE TOCA, CARIÑO, ERES DEMASIADO PEQUEÑO, NO LLORES" (acto seguido se limpia los restos de cera en la camiseta o el pijama, y en ese descuido el pequeño le muerde con la misma crueldad que hay en las palabras); y la otra persona adulta te mira agotándose desde lo hondo del sofá con la mueca de estar salvando el compromiso y en su mueca la esperanza de que cree que no tardarán en coger el sueño... Pues cuando compartes la casa, la casa única, de este modo lo que queda de TI (de MÍ de YO) es, precisamente eso, un pronombre personal, algo sin significado que está en lugar de otra cosa que ya aconteció, a la que hay que buscar el antecedente para comprender. Yo SOY, entre ronroneos y lametazos y llantos y risas y miradas (SUS MIRADAS), DONDE NO PIENSO. Y si pienso, pronombre personal.